Yvonne Trubert

Crónicas de una Invitación a la Vida

Yvonne Trubert
Hacia el que es

Hacia el que es

Volumen 4 Crónicas de una Invitación a la Vida

  • Fecha de publicación: Junio 2008
  • Formato: 14 cm x 22 cm
  • Páginas: 136
  • Editor: L’Harmattan


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Resumen

Extractos

La peregrinación

«En el momento en que el hombre toma conciencia de Dios, quiere nutrirse y regenerarse. Se embarca en ese viaje extraordinario que implica abandonarlo todo durante un espacio de tiempo y partir con los demás, ya que la peregrinación en solitario no existe. En verdad, no se trata de aislarse en una montaña o en un monasterio. En ningún caso, repito, la peregrinación constituirá una aventura en solitario. Las almas necesitan frotarse las unas con las otras. Nos desplazamos juntos, con un objetivo bien determinado: enriquecernos para enriquecer a los demás. La unión hace la fuerza. Cuántos más somos, más fuerza e intensidad tiene la oración.»

«Pasamos por una serie de etapas. Atravesamos algunas tormentas, que prueban que estamos vivos, que cambiamos y que comprendemos mejor lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro interior. Si no tuviésemos esa sensibilidad, ¿para qué serviría una peregrinación? Cuando los peregrinos partían a Santiago de Compostela o a Jerusalén, lo perdían todo, a veces regresaban muy enfermos, despojados de sus cruces y de sus rosarios, agotados, pero volvían sintiéndose ricos. Para ganar, hace falta saber perder.»

© Yvonne Trubert, abril 1990

La salud

«La salud, la santidad del cuerpo, significa tener un cuerpo sano y también «santo». En esta vida, nuestro trabajo viene definido por ese camino hacia la salud. Pero muchas cosas pueden deteriorarla – principalmente, nuestros pensamientos. En verdad, por ese motivo, el entorno juega un papel fundamental en nuestra forma de vida. La salud solamente puede existir cuando reina la armonía entre el cuerpo y el Espíritu.»

© Yvonne Trubert, mayo 1990

Las vibraciones

«La memoria colectiva se va enriqueciendo, día tras día, de todos aquellos logros que van engrosando la obra divina. Si únicamente fuésemos materia, no podríamos tener efecto alguno sobre la conciencia universal. Eso solamente puede ocurrir si Dios actúa al mismo tiempo que nosotros. Si nosotros creamos, Él crea. Él nos hace crear para evolucionar. Este trabajo colectivo solamente puede ser llevado a cabo en el amor, en la entrega de cada uno de nosotros a los demás.

¿Cuál es el impacto de la vibración en todo esto? El mismo que el de la armonización: ésta crea una memoria en las células del hombre que borrará lo negativo para emitir lo positivo. Así pues, la memoria del hombre se impregna de aquello que le es dado para borrar los tumultos vividos hasta ese momento.

Emitida por varias personas, la vibración, ella, tiene un efecto sobre el cuerpo pero también sobre el espacio, de unas dimensiones gigantescas. Por ese motivo, me remito a las multitudes de nuestro mundo. Hacemos vibraciones para purificar, para limpiar la tierra y también el espacio»

© Yvonne Trubert, junio 1990