Volumen 1 Crónicas de una Invitación a la Vida
Comprar este libro:
« Cristo nos dice: ˝ Ama a tu prójimo como a ti mismo.˝ Si no somos conscientes de que el otro es una parte integrante de nosotros mismos, ¿cómo podremos amarle? Hasta ahora, solamente sabíamos amar las apariencias. Si, de repente, nuestros ojos se abriesen a otro plano, veríamos en la translucidez de nuestra alma toda la belleza de esa persona. Comprenderíamos. Somos la misma gota de ese mar, un cristal igual que el otro cristal. Amar, es ir mucho más lejos.»
©Yvonne Trubert, noviembre 1986
« Venceremos las tinieblas con la fe y no con la ley. Si el hombre se haya en un túnel, es porque le falta fe, porque contabiliza el tiempo. Para Dios, el tiempo no existe. Si uno está en un túnel, ¿cómo puede comprender el sentido de la vida? Para comprender el sentido de la vida, hará falta que ese túnel llegue a su fin. En algunas ocasiones el túnel es muy corto, en otras, más largo. En tal caso, no hay luz, es cierto. Debemos tener paciencia y perseverar. Sólo podemos llegar a la luz a través de la fe. Las palabras ya no sirven. Vivir la fe es vivir convencidos de que saldremos del túnel. No calculéis el tiempo»
©Yvonne Trubert, abril 1987
«Queremos estar en comunicación con Dios pero Le cerramos las puertas. Nosotros Le cerramos todo, solamente vemos con nuestros ojos, solo oímos con nuestros oídos, con nuestro mental, con nuestro razonamiento cartesiano. No somos capaces de imaginar que el Invisible existe. Así pues, nos hacemos pequeños, nos imponemos límites… No hay que restringir el Espíritu, debemos engrandecernos más hacia el universo. Por este motivo, es importante que comprendamos qué significa rezar.
¿Por qué Cristo nos ha enseñado la oración? ¿No creéis acaso que Él conocía perfectamente el orgullo del hombre? Así pues, mirad como vivimos. Sufrimos pero no queremos pedir ayuda a nuestros seres más cercanos, a nuestros padres, a nuestros hijos. Queremos arreglárnoslas solos. ¿Es eso el amor? Dios conocía bien a sus fieles. Él sabía que todavía haría falta mucho tiempo para que cambiásemos. A través de su vida entre los hombres, Cristo conoció las necesidades humanas, que son las mismas que las de hoy en día.
¡Abandonad esa soledad! Es posible que viváis en pareja bajo un mismo techo, que compartáis la misma cama, pero no por ello estáis menos solos, solos con vosotros mismos, delante de vuestra propia realidad. Dios ha llenado esa soledad viviendo en nuestro interior. Gracias a Su resurrección estamos vivos. La energía que Cristo ha dado a cada hombre constituye la prueba de su presencia, de su amor por él.
©Yvonne Trubert, octubre 1987